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Alcances y límites de la inteligencia artificial

Por: Carlos Gershenson, X: @cgershen, LinkedIn


Nuestra especie ha tenido tres grandes revoluciones: la de la agricultura, la industrial y la de la información. Podemos decir que la primera trató principalmente del control de la materia, la segunda del control de la energía y la actual — obviamente — del control de la información. Al contar con tecnología con altas capacidades de procesamiento, almacenamiento y transmisión de información, se abrieron muchas posibilidades para estudiar fenómenos donde la información es esencial. Uno de estos es la inteligencia.

Desde las primeras computadoras electrónicas a mediados del siglo XX, uno de los objetivos principales de sus desarrolladores era poder simular la «mente», «pensamiento» o «razonamiento». El término «inteligencia artificial» (IA) se acuño en 1956, antes de que llegara a México la primera computadora electrónica. El campo se ha desarrollado con sus altibajos, ya que ha tenido períodos donde ha generado expectativas que no ha logrado cumplir.


Pareciera que ahora también se están generando demasiadas expectativas sobre la IA. Muchas no se cumplirán debido a los límites inherentes de los sistemas computacionales. Pero es más relevante discutir sobre el efecto que la IA ya está teniendo en nuestras sociedades.


Una pregunta frecuente es si la IA nos beneficiará o perjudicará. Lo más probable, también observando el pasado, es que traerá cambios relevantes, de los cuales habrá quienes se beneficien y quienes se perjudiquen.


Como cualquier tecnología, el riesgo o promesa depende no sólo de la tecnología en sí misma, sino del uso que hagamos de ella. Para promover su uso «positivo» y evitar su uso «negativo», es necesario que las sociedades conozcan sobre los riesgos y oportunidades de la IA y actúen para regularla. De otra manera, estaremos tapando pozos después de muchos niños ahogados.


La IA trae la promesa de ayudarnos a tomar mejores decisiones, tanto individual como colectivamente. Al poder procesar mucha más información que la que podríamos acceder en varias vidas, en teoría sistemas de IA deberían de tomar mejores decisiones que nosotros. En la práctica, la IA no entiende, por lo que comete errores triviales y no se da cuenta de ello. En otras palabras, no podemos confiar ciegamente en ella. Puede sugerir alternativas, pero no es sensato delegarles nuestra responsabilidad, especialmente cuando la integridad de las personas puede depender de esas decisiones.


No obstante, cada vez nos hemos vuelto más dependientes de nuestra tecnología. A pesar de que pueda equivocarse, los beneficios que ofrece sobrecompensan sus errores. Por ejemplo, los navegadores con GPS nos permiten traversar lugares que nunca hemos visitado sin preparación previa. Sin embargo, además de que se equivocan de vez en cuando, estamos perdiendo nuestras habilidades individuales de navegación.


Otra pregunta relevante es ¿quién controlará a la IA? La misma tecnología podría tener efectos muy diferentes dependiendo de esta respuesta. ¿Serán ciudadanos, gobiernos o empresas? Cada opción tiene ventajas y desventajas. Y hasta el momento, son pocas empresas, principalmente estadounidenses, las que están dictando las reglas del juego. Sin embargo, probablemente el gobierno chino les vaya ganando terreno en los próximos años.


Como con otras tecnologías, habrá empleos que se pierdan por la IA. Pero también se generarán nuevos empleos. La cuestión es qué tan fácil y rápida será la adaptación a estos cambios en el mercado. ¿Qué tantos se beneficiarán y qué tantos se perjudicarán? Dependiendo de cómo se distribuyan, podríamos presenciar futuros muy distintos. En este punto no soy muy optimista, ya que estamos viviendo una tendencia hacia la concentración de la riqueza por pocas personas sin que haya beneficios tangibles para la mayoría. Esto no es sostenible. Tarde o temprano habrá cambios sociales (espero que pacíficos) para reducir un poco la desigualdad. 


En lo que sí soy optimista es en que la IA aumentará nuestras capacidades, tanto individuales como sociales. Ya lo estamos viviendo. La mayoría de la población tiene acceso a la mayoría del conocimiento en su bolsillo. Mientras más herramientas se desarrollen para procesar y generar más información, nuestras capacidades creativas y cognitivas también aumentarán. Esto nos permitirá resolver/mejorar todo tipo de problemas/situaciones, aunque también generaremos nuevos.


En historias de ciencia ficción, normalmente presenciamos extremos utópicos o distópicos, donde nuestra tecnología nos brinda emancipación o esclavitud. Lo más probable es que nos espere un escenario intermedio. Pero es valioso imaginar los extremos, para evitar acercarnos a las distopías, y aunque nunca las alcancemos, orientarnos hacia las utopías.


A publicarse en los Cuadernos de la Academia ce Ciencias Sociales y Humanidades del Estado de Morelos https://acshem.org/cuadernos.html 


 
 
 

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