Luis Gonçalves
7 feb 2024
Latinoamérica no es ajena a esta ola de innovación. Diversos países han iniciado acciones y políticas públicas para aprovechar la IA.
La Inteligencia Artificial (IA) está transformando el mundo a un ritmo extraordinario. Esta revolución tecnológica anuncia cambios profundos en la economía, las organizaciones, el mundo laboral y la vida cotidiana. Y esa parece ser una tendencia que se mantendrá en los años venideros, pues un informe de Grand View Research, pronostica que entre 2023 y 2030, la IA experimentará un crecimiento anual compuesto del 37,3%, afectando no solo a las industrias ya existentes, sino también fomentando la creación de nuevas.
Latinoamérica no es ajena a esta ola de innovación. Diversos países han iniciado acciones y políticas públicas para aprovechar la IA. Por ejemplo, Panamá implementó una aplicación basada en IA para diagnosticar COVID-19. Mientras que otros países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay están desarrollando o ya han implementado estrategias nacionales de IA y Costa Rica, por su parte, adoptó los principios de IA de la OCDE.
Sin embargo, la IA, como cualquier herramienta con potencial de beneficiar a la sociedad, presenta retos significativos, incluyendo desafíos ambientales a los cuales se debe prestar atención para asegurarse de que su desarrollo venga de la mano con prácticas sostenibles.
El consumo energético de los centros de datos dedicados a la Inteligencia Artificial se está convirtiendo en un tema de creciente interés. Una investigación realizada en 2021 proporciona una perspectiva valiosa para entender el consumo energético de los centros de datos que operan modelos de Inteligencia Artificial. Por ejemplo, el entrenamiento de un modelo avanzadocomo GPT-3 consumió 1287 MWh de electricidad, lo que resultó en 502 toneladas métricas de emisiones de CO2. Esta cantidad de emisiones es comparable a las generadas por 112 autos a gasolina durante un año. Además, una publicación de Popular Science proyecta que, para 2027, el consumo global de electricidad atribuido a la IA podría llegar a 134 TWh, una cifra similar al consumo eléctrico anual de un país como Argentina.
Resulta crucial comprender a fondo el amplio espectro de oportunidades que la IA ofrece, y simultáneamente, establecer marcos regulatorios y políticas sólidas que garanticen su uso ético y responsable. Además, es responsabilidad de las corporaciones y organizaciones a la vanguardia de esta industria implementar y promover activamente prácticas que apoyen la sostenibilidad ambiental.
Tendencia hacia la sostenibilidad
En ese sentido, Gartner asegura que para 2024, una tendencia cada vez mayor será considerar cómo las tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), pueden ser diseñadas y usadas de manera sostenible y responsable, pensando en el bienestar del planeta y de las personas.
Para las empresas tecnológicas, una ruta esencial hacia la sostenibilidad implica priorizar la implementación de servidores y dispositivos de almacenamiento energéticamente eficientes. Esto no solo incluye la optimización del consumo energético, sino también la adopción de métodos de enfriamiento innovadores y ecológicos.
En el caso de Dell Technologies, tomamos la iniciativa de operar modelos informáticos de gran envergadura en centros de datos alimentados exclusivamente con energía renovable. Esta decisión nos permite establecer un estándar en la industria para el uso consciente de recursos.
Otro aspecto crucial en la gestión eficiente de la tecnología es tomar en cuenta las cargas de trabajo de la Inteligencia Artificial (IA). No todas las organizaciones requieren los modelos de lenguaje más extensos y complejos disponibles en el mercado. Si las empresas logran adaptarse a los requisitos de cómputo e infraestructura que necesitan, esto fomentará una infraestructura de TI más sostenible. También podrían pagar únicamente basados en el consumo real que realicen sus modelos de IA, lo cual no solo permitirá optimizar gastos, sino también apoyar al mismo tiempo prácticas de TI responsables.
Además, será necesaria la sustitución de equipos obsoletos de forma periódica, esto no solo mejorará el rendimiento y reducirá el consumo de energía, sino que también contribuirá significativamente a la reducción de desechos electrónicos. Esto puede implicar un cambio en la forma en que la industria tecnológica percibe y gestiona su impacto en el mundo.
Aunado a las buenas prácticas, cabe resaltar que la misma IA ofrece soluciones a desafíos medioambientales como el cambio climático, mejores prácticas en la agricultura, la pérdida de biodiversidad, entre otras problemáticas.
En la era de la IA, esta emerge como una herramienta clave no solo para impulsar la eficiencia y la innovación, sino también para fomentar prácticas sostenibles y responsables. Las proyecciones de un crecimiento exponencial en su adopción y el impacto ambiental asociado subrayan la necesidad de una acción conjunta para integrar la sostenibilidad en el corazón de la revolución impulsada por la Inteligencia Artificial.
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